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jueves, 9 de enero de 2014

CRÍTICA: A PROPÓSITO DE LLEWYN DAVIS

En un mundo del celuloide llena de joyas que nunca llegan a las salas. En un mundo de grandes músicos que nunca grabarán un disco. En este mundo gris de sueños encerrados en botellas que nunca se abrirán, ahí están Joel y Ethan Coen rompiendo una lanza por todos ellos. Lo hacen a ritmo de folk; fusionando en un bucle cotidiano una semana de un músico superviviente: un náufrago anclado a un sueño llamado Lewyn Davis.

Los hermanos de Minnesota siempre se han caracterizado en sus inicios por mezclar drama y comedia; con una misantropía que le daba la vuelta al Hollywood clásico. Pero hace un tiempo que la negrura de su cine ha impregnado su obra de tal modo que hasta las comedias más locas como "Quemar Después de Leer" destilan esa fatalidad. Sin embargo, el antecedente más cercano a este nuevo punto cero es mas bien "Un tipo serio". Solo que ahora esa cotidianeidad es aún mas descorazonadora que la pérdida de identidad del hipocondríaco Larry Naidus. La que hoy nos ocupa es una desfragmentación del ser suspendida en el tiempo, que subyace en el lamento cantado de un antro; y que lo hace bajo formas felinas de carácter magistral.

Los elementos para crear esta prodigiosa evolución de su cine al mito bartonfinkiano son: Oscar Isaac, actor protagonista y loser fantástico en este extraño ¿musical? que se toca en acústico. La dolorosa y luminosa Carey Mulligan, capaz de propinar sentencias, tan duras como hilarantes como la propia vida. Secundarios de la talla de John Goodman, un Justin Timberlake que demuestra una vez mas que es actor y un F. Murray Abraham capaz de destrozarnos con la cruda realidad. Y unos directores que no solo tienen voz en sus guiones si no en su dirección; donde pintan cada plano gris con una sonrisa de pesadilla.

En definitiva, otro concepto de dramedia. Que empieza con estremecedor inicio y que prácticamente no afloja hasta la clausura. Que deja el corazón roto como cuando Dylan cantaba en sus primeros outtakes. Pero en este caso, aún duele más que los llantos de. Robert Allen ZimmermanPorque en el fondo, el espectador sabe que cada uno de nosotros lleva en brazos un gato. Y esa es la verdadera de magia de estos Coen que han venido otra vez con más fuerza que nunca.

NOTA: 9

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