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miércoles, 20 de febrero de 2013

CRÍTICA: HANSEL Y GRETEL: CAZADORES DE BRUJAS

Pulp es un término referente a la pulpa de la madera, un material barato y de mala calidad con el que se hacían las páginas de las revistas pulps: historias de pura evasión para adolescente que mezclaba géneros y fantasía cada cual mas marciana para disfrute de sus lectores. Salían como churros y el don de la palabra les permitía imaginación sin límites para repetir siempre la misma premisa: la búsqueda de la adrenalina. Sin embargo, los medios que tenía el Hollywood más comercial no permitían con verosimilitud recrear esos universos. Solo ahora gracias al CGI hemos visto este tipo de productos reconvertidos en franquicias de consumo masivo.

Sin embargo, en Hansel y Gretel: cazadores de brujas no se detecta ningún ávido lector o creador de pulp de aquellos capaces de hallar diamantes en la basura. El caso que nos ocupa ha sido manufacturado por despacho de una productora; cuyos responsables han creado una obra hueca y lobotimizada. Una obra dirigida para fans de la subcultura de los reality tipo Gran Hermano. Así de limitada es esta propuesta.

No hay factura. No hay narración. No hay personajes. No hay guión. No hay verosimilitud. No hay descripción de su universo. No hay diálogos. No hay NADA.

Bueno, hay mucha sangre digital y una hermosa Gemma Arnenton que luce cicatrices y sangre como solo ella puede hacerlo. Y un Jeremy Renner que sabe llevar una arma de fuego mejor que nadie. Pero no tienen personajes. Ni siquiera nadie se cree que sus "roles" sean hermanos. La historia intenta ir más allá del mito de los hermanos Grimm, convirtiendo el cuento en el punto de partida para un videojuego macarra que se cree película.

Después de un prólogo autómata sobre la fábula original, nos remontamos quince años donde los hermanos, se han convertido en cazadores de brujas. Un punto de partido original que podría haber dado un pulp simpático si Dante Harper y Tommy Wirkola se hubiera creído lo que hacían (guionista y director). Sin embargo, el noruego realizador de Zombies Nazis ha sido asimilado en Hollywood como casi todos sus coetáneos y cualquier muestra de talento que hubiera desprendido antes de llegar al nuevo continente es pura coincidencia. Porqué aquí todo es cutre y cada línea de diálogo es tan elemental que hace que las conversaciones de "Karate a Muerte en Bangkok" parezcan de la pluma de Aaron Sorkin.

Por fortuna, no llega a los 90 minutos. Entretiene pero avergüenza y es muy previsible. Todo está en modo piloto automático. Tráiler inflado y 0 cine. Le doy un 1 siendo muy generoso por lo mencionado ( el carisma desus estrellas y su breve duración) pero pocas veces he sentido tanta la necesidad de dar un 0 a un film. Triste. Muy triste.

NOTA:1

PD: Ojo a los titulos de crédito iniciales.El único momento para que sirve el 3D.



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